No me sigas, estoy perdido. Exposición ‘Autorretrato’, de Alberto García-Alix

8:39 p. m. Conx Moya 0 Comments



“García-Alix estuvo en el sitio justo en el momento adecuado... por eso sus fotos no pierden verdad con los años”. Leído por ahí
¿Y cómo conocí yo las fotos (“revelador, paro, fijador”) de Alberto García-Alix, uno de mis fotógrafos favoritos, que elevo a categoría de mito por tantas cosas? Eso me preguntaba el pasado jueves 31 de julio, mientras esperábamos en una larga fila para entrar en el Círculo de Bellas Artes. Asistíamos a la inauguración de ‘Autorretrato’, una exposición dentro de la Sección Oficial PHotoEspaña 2014 de uno de los fotógrafos españoles más admirados y reconocidos.
La muestra, compuesta por 80 obras, recorre muchos de sus autorretratos, desde los de iniciación, realizados hacia mediados de los 70, hasta la época actual, junto con fotos de fragmentos de su cuerpo, paisajes, edificios, interiores y objetos, que a su manera también le retratan. Así debe ser en un autor que se ve reflejado en casi toda su obra, un enorme diario que “en conjunto forma un gran autorretrato”, como afirman en la información sobre esta reciente muestra.
La Sala Picasso del Círculo de Bellas Artes estaba llena el día de la inauguración; allí se dieron cita modernos de todo tipo, mayores, jovenzuelos con actitud, entre cervezas frías ofrecidas en enormes cubiteras y muchos móviles con los que se hacían fotos de las fotos. Ruido, comentarios, ojos muy abiertos, admiración. Y allí estaba Alberto, bajito, canoso, delgado y extratatuado; con buen aspecto. Feliz entre la gente, hablando con todo el que se le acercaba. Por supuesto yo no me atreví.
Echando la vista atrás, siempre me vienen a la memoria esas “autofotos”, de diferentes épocas, edades y circunstancias; en esas imágenes García-Alix refleja sus obsesiones, las motos, los tatuajes (“Letras en mis dedos. Tinta trepando por mi cadera”), el rock and roll, el mar, las drogas... Inconfundibles su poderosa estética y sus escenarios preferidos: las calles de ese Madrid que mata, noctámbulas, decadentes, sucias y llenas de historias, o esas habitaciones que, más que escenas, son también personajes. Siempre he estado enamorada del Alberto de sus autorretratos; aunque él mismo afirma en alguna entrevista que no son tantos, lo cierto es que hay un completo ramillete, como se puede apreciar en esta muestra retrospectiva.
Y por supuesto recuerdo aquellos retratos de la época de la movida, los músicos, la gente del cine, los que fueron famosos, o tantos personajes anónimos hoy inmortales gracias a las fotos del artista. Imágenes que mucha gente tenemos grabadas a fuego y forman parte de nuestra juventud y nuestros recuerdos. Imágenes que no he dudado en ir a ver, en ese ritual que es visitar una exposición, en cuanta oportunidad he tenido. Cuento a menudo la anécdota de que casi me pilla un coche, a pesar de lo prudente que soy yo, mientras cruzaba como una loca para subir a toda prisa en una exposición que le hicieron a Alberto también en el Círculo. Corrían los años 90 y yo entraba a trabajar por la tarde en mi apestoso trabajo de entonces. Si no me apresuraba, no me daría tiempo a disfrutarla con detenimiento, que es como hay que paladear la obra de este grande.
Creo que empecé a fijarme en las fotos de Alberto García-Alix hacia mediados de los ochenta, en las páginas de aquel suplemento que publicaba el ABC los sábados (en mis recuerdos salía los viernes pero he descubierto que erraba por un día) llamado ‘Gente y aparte’, donde muchos de los más modernos de aquel entonces plasmaron sus escritos, fotografías o dibujos, llevados de la mano de Ignacio Ruiz Quintano, Jorge Berlanga, y algunos otros. En el más conservador de los periódicos conservadores se dieron cita durante varios años personajes como El Buitre Buitáker (maravillosas viñetas de Miguel Gallardo, el de Makoki), Edi Clavo, Sabino Méndez, El Zurdo, Leopoldo María Panero, las motos Triumph (más finas que las Harley), las chupas de cuero, las calaveras, el boxeo con Poli Díaz como figura cañí, Blanca Andréu, los toros, las musas de los redactores, los bares chulos, la gente guapa, los tirados, y por supuesto, las fotos de Alberto. Yo era entonces una cría alcorconera y curiosa, que leía todo lo que caía en sus manos. Aquello me llamaba la atención y me empezó a enganchar. Había pijos, y los había menos. Unas cosas molaban más que otras; el Buitre Buitaker, las Triumph y García-Alix, los que más.  Supongo que ahí empezó todo.
Hablaba cuando reabrí el blog, de los creadores que llevan su obra al límite. Es el caso de Alberto, su obra tiene mucho de su vida, y su vida ha pasado a formar parte de su obra. Sus obsesiones, mujeres, adicciones, amistades, sus bares, sus casas, sus motos, sus calles… La historia dice que La Movida empezó en un puesto que tenían en el Rastro de Madrid Ceesepe y Alberto García-Alix. Desde aquel ya lejano 1976 han pasado casi cuarenta años; cuatro décadas de creatividad y de pura vida. Las fotos de Alberto son de una continua fiesta, pero una fiesta que no siempre acaba bien. Una fiesta eterna que ha dejado ausencias, demasiados amigos muertos, vidas rotas. La contrapartida ha sido el caro peaje pagado, pero al fin y al cabo eso es vivir. Los retratos de Alberto García-Alix huelen a flores muertas.
No puedo dejar de destacar al fotógrafo como artista de la palabra. Sólo hay que ver que los títulos de sus fotos son pura poesía. En la exposición me llamaron la atención esa foto del mar titulada ‘La tumba del marinero’, o esa enorme imagen de la mano tatuada de Alberto sujetando un preservativo usado titulada ‘Historia de un amor breve’, o 'Autorretrato con la mujer a la que amo'... Alberto cultiva la palabra con buen gusto; suyos son decenas de artículos, pensamientos, reflexiones, reseñas, relatos, ensayos, incluso ha escrito varios guiones. En su obra escrita también aparecen sus obsesiones, la fotografía, la música, los amigos, los tatuajes, las motos, la noche, Madrid… Estoy leyendo ‘Moriremos mirando’ una selección de textos suyos, que es una auténtico placer.
Como andamos entre sus autorretratos, acabo con este texto que aparece en el libro: “En ese esfuerzo por ver me autorretrato constantemente. El autorretrato es una variante o una extensión del retrato. Cuando no tienes a nadie a quien hacer una foto, te retratas a ti mismo. Muchas veces he sentido deseos de ponerme a llorar enfrente de la cámara, de intentar expresar, sólo con los ojos, el sentimiento del paso del tiempo, el recuerdo de la noche pasada. Es lo mismo que mirarte en el espejo del cuarto de baño. La cámara tiene la virtud de obligarte a ver. No se coge una cámara para no ver. Se coge para detener la mirada y enfocar, para preguntarte acerca de lo que estás viendo, para percibir las presencias invisibles”.
Alberto García-Alix. Autorretrato
Fotografía. Sección Oficial PHotoEspaña 2014.
Desde 31 de julio de 2014 hasta 28 de septiembre de 2014
Círculo de Bellas Artes. Sala Picasso
Marqués de Casa Riera, 2. Madrid





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