Concierto de Roger Waters en Madrid. Una noche de descubrimiento y pura emoción

4:26 p. m. Conx Moya 0 Comments


*Fotos: Elena PerSa y Conx
En realidad yo siempre he huido de Pink Floyd. Conocía muy pocos detalles de la banda, que fueron el grupo del malogrado Syd Barret, la complicada relación entre ellos y lo muchísimo que siempre me ha emocionado Wish you were here, canción que conmovería a una roca. Aparte de eso, les relacionaba con el rock sinfónico, estilo que aún se me resiste, y no me apetecía indagar mucho más en el grupo.
Por circunstancias, y gracias a la fortuna de haber encontrado en las redes sociales a algún generoso fan incondicional de la banda británica, decidí “estudiar para graduarme en Pink Floyd”. La fortuna nos ha traído a Roger Waters, fundador y uno de los líderes de la banda, a Madrid este mes de mayo de 2018. No quise desperdiciar la ocasión de verle en directo, en la que probablemente será su última gira.
La historia del rock cuenta que la banda se creó en 1965, con lo que se han cumplido cincuenta y tres años desde que Syd Barrett, Roger Waters, Richard Wright y Nick Mason se unieran, adoptando como estilo el rock psicodélico que triunfaba en aquella época. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, se encuentran distanciados y fracturados, faltan Syd Barrett (quien abandonó la banda en 1968 y falleció en 2006) y Rick Wright, fallecido en 2008; como dice uno de mis maestros, “sin él, Pink Floyd ya nunca será Pink Floyd”. Tras un pleito que le enfrentó a sus antiguos compañeros, Roger Waters no puede usar la “marca” Pink Floyd, pero sí las canciones de la banda de la que él fue fundador e ideólogo.
Quiero ahondar en la historia de un grupo caracterizado por la profundidad de sus letras, la minuciosa elaboración de sus álbumes, el gusto por la experimentación, las enigmáticas portadas llenas de detalles obra del grupo de diseño artístico Hipgnosis, o la espectacularidad de sus directos. De su primera época, la psicodélica, apenas he escuchado temas, aunque conozco la desgraciada historia del bellísimo Barrett, al que siempre he tenido entre mis más adorados músicos de los años 60. Apenas sé sobre los desencuentros entre los dos líderes que tomaron las riendas tras la salida de Barret, David Gilmour y Roger Waters. Conozco pocos datos, sujetos con pinzas, que resultan insuficientes para mí, siempre dispuesta a empaparme sobre las peripecias de los artistas a los que admiro para saber situarme en su trayectoria. He llegado a este concierto con muy pocos conocimientos pero con una ventaja, una mirada virgen que ha acrecentado mi sorpresa y lo ha convertido en una experiencia alucinante.
Lo vivido la noche del pasado jueves 24 de mayo en el antiguo Palacio de los Deportes de Madrid resultó para mí absolutamente épico, desde el desconocimiento y el asombro. Waters nos ofreció un colosal espectáculo multimedia con canciones históricas, proyecciones audiovisuales de alta definición, un sonido envolvente, una banda brillante y una escenografía realmente asombrosa. Durante el concierto, dividido en dos partes, Waters realiza un recorrido centrado en los cuatro álbumes más míticos de la banda: ‘The dark side of the Moon’ (1973), ‘Wish you were here’ (1975), ‘Animals’ (1977) y ‘The wall’ (1979). El músico, de 75 años maravillosamente llevados, sacó el pasado año 2017 su primer disco rock en solitario desde 1992, ‘Is This The Life We Really Want?’, y durante la primera parte del espectáculo también ofrece varios temas de ese trabajo.
La banda que le acompaña en la gira es la que toca en su disco más reciente. Además de Roger, que se encarga de cantar, las guitarras y el bajo, se acompaña entre otros de Nigel Godrich a los teclados y guitarras; Joey Waronker a la batería; el estupendo músico estadounidense Jonathan Wilson a la guitarra y voz, quien toca con gran finura las partes de guitarra de David Gilmour y canta varios de los temas, saliendo airoso y con brillantez de la complicada misión que le ha encomendado Waters; o las vocalistas Jess Wolfe y Holly Laessig, integrantes de la banda indie norteamericana Lucius; las dos aparecen ataviadas con sendas pelucas platino y refulgentes vestidos de lentejuelas negras, protagonizando momentos de gran belleza como su interpretación de la épica The Great Gig in the Sky, cuando parecen flotar en un cielo estrellado que llena la pantalla gigante.
Durante la primera parte disfrutamos de temas como ‘Breathe’, ‘Time’, ‘Welcome to the Machine’, Wish you were here’, la canción dedicada a su amigo Syd Barrett, acompañada por una animación de dos manos a punto de juntarse y que comienzan a desintegrarse en pequeñas partículas rojas, o ‘Another Brick in the Wall’, tema principal de aquel album conceptual convertido más tarde en película, y para el que sube al escenario un grupo de adolescents, que suele pertenecer a asociaciones y ONGs de la ciudad que visita el músico. Al finalizar, los chicos muestran en una camiseta el lema reivindicativo del concierto: “RESIST”, una llamada a no tirar la toalla en estos tiempos terribles que estamos viviendo.
La segunda parte, muy potente, cuenta con el aliciente de comenzar con ‘Dogs’ y ‘Pigs’, dos de mis temas favoritos de Pink Floyd, incluidos en el disco Animals, obra conceptual que critica la forma de vida británica, con ciertas reminiscencias del Animal Farm de Orwell, que obtuvo peores críticas que sus discos anteriores y con el que se agravaron las disensiones de Waters con el resto de la banda. A partir de este momento empieza una épica apoteosis. Con los primeros compases de Dogs, del cielo del pabellón baja una plataforma con luces rojas que se sitúa sobre el público de pista y enfrente de nosotros, que estamos sentados en uno de los laterales. La plataforma comienza entonces a convertirse en la Battersea Power Station, la estación eléctrica construida a inicios del siglo XX cuyo maravilloso edificio industrial protagoniza la portada del disco. La proyección cuenta incluso con chimeneas que echan humo. Quiero detenerme en este colosal edificio, una central eléctrica de carbón inactiva ubicada en Battersea, Londres y que también aparece en la película ‘Help!’ de The Beatles. Otro de los elementos de la portada introducidos en este espectáculo es el del cerdo inflable. Curiosas son las anécdotas que hablan de Algie, el enorme globo de helio con forma de cerdo que acabó cayendo sobre un prado, cabreando a un granjero y asustando a unas vacas. En el concierto de Madrid disfrutamos de nuestro correspondiente cerdo, que dio un par de vueltas volando alrededor del pabellón con el mensaje “Stay Human”.
La actual gira de Waters tiene una fuerte carga política y social. No hay que olvidar que el músico es un destacado defensor de diferentes causas y siempre ha utilizado sus composiciones para lanzar potentes mensajes. Activista contra la caza del zorro en su país, este año 2018 ha sido galardonado en Argentina por su compromiso con la identificación de soldados de la guerra de las Malvinas. Es uno de los músicos que apoya el boicot a Israel (BSD) por su política de ocupación y genocidio en Palestina. Ha visitado Palestina y pintó con spray sobre el muro israelí de la vergüenza. Así, la interpretación de ‘Pigs’ se convierte en un alegato contra los líderes mundiales, el gobierno británico con Theresa May y Boris Johnson, Erdoğan, Berlusconi, Macron o incluso Mariano Rajoy en pleno escándalo por la sentencia de la Gurtel. Pero quien se lleva la palma es el presidente de EEUU, Donald Trump, ridiculizado sin piedad a través de las imágenes proyectadas. “Los cerdos gobiernan el mundo” o “Trump es un cerdo”, son algunas de las soflamas lanzadas durante la canción. El mismo Waters se descubre tras retirarse una careta de cerdo y acaba brindando con champán frente al público y arrojándole la copa. La presencia de un público perteneciente a varias generaciones, desde contemporáneos de Waters a veinteañeros demuestra la absoluta vigencia de Pink Floyd, una banda convertida en un clásico de la música universal.
Una vez retiradas las pantallas colgantes del centro de la pista, nos queda por disfrutar otro espectacular efecto visual, un prisma de luz que recrea la inolvidable portada de ‘The Dark Side of the Moon’ para terminar el concierto con dos temas de ‘The Wall’, ‘Mother’ y ‘Comfortably Numb’. La despedida, llena de emoción, con un Roger Waters presentando a la banda que le acompaña en la gira y lanzando abrazos al público, muestra de la evolución de un músico que en su día tuvo una compleja relación con sus seguidores y que con el paso de los años parece sentirse cada vez más cómodo en el escenario. Miles de papelitos rosas con la palabra, de nuevo, “Resist”, cayeron sobre el público en forma de abundante lluvia que ojalá empape en nuestra actitud, tan necesitada de ánimo y de fuerza.
Al final una alucinante tormenta eléctrica sobre el cielo de Madrid nos acompañó como sobrecogedor espectáculo en el camino de regreso a casa. Exhaustos, sudorosos, felices, con el corazón a mil revoluciones y deseando larga vida a Roger Waters y a todos los mitos musicales que aún nos quedan vivos. Una noche de descubrimiento y pura emoción.
Setlist del concierto de Roger Waters en el WiZink Center de Madrid, el jueves 24 de mayo de 2018.
A continuación, recojo las canciones del concierto con comentarios. La mayoría conoceréis de sobra estos apuntes y anécdotas, pero me sirven para situarme en el universo Pink Floyd, territorio aún bastante ignoto para mí.
Parte 1:
Speak to Me (Pink Floyd). Canción que abre ‘The Dark Side of the Moon’. Es en realidad una obertura que resume el contenido del disco. Se trata de una idea de Nick Mason, batería de la banda. El nombre se refiere a la petición del ingeniero de sonido, Alan Parsons, en las grabaciones de voz: “háblame”. Se enlaza con el siguiente tema, ‘Breathe’.
Breathe (Pink Floyd). Según se cuenta, la idea original de esta canción del disco ‘The Dark Side of the Moon’, le surgió a Roger Waters durante la realización de la banda sonora de la película ‘The Body’. En la misma, el cuerpo es una metáfora de la existencia humana. Breathe es “una invitación a tomarse un respiro, a detenerse y reflexionar sobre el significado de la vida”.
One of These Days (Pink Floyd). Canción que abre ‘Meddle’, album de 1971 con el que definitivamente abandonaron la psicodelia y se adentraron en otros caminos. Es una canción prácticamente instrumental y compuesta por todos los miembros del grupo. Destaca el atronador bajo, las guitarras distorsionadas, los arañazos que aportan los teclados y finalmente la apoteosis de la batería. “Uno de esos días te voy a cortar en pedazos” dice la voz distorsionada de Nick Mason. En esta gira las coristas hacen una coreografía en la que parecen aporrear tambores, en lo que resulta un momento vibrante y potente en lo musical y en lo visual.
Time (Pink Floyd). Tema que comienza con alarmas de relojes, perteneciente al album ‘The Dark Side of The Moon’. En su composición participaron los cuatro miembros de la banda y ofrece uno de los espectaculares solos de guitarra de David Gilmour.
Breathe - Reprise- (Pink Floyd)
The Great Gig in the Sky (Pink Floyd). Caracterizada por el derroche vocal que en la versión original corría a cargo de la cantante Clare Torry. Pertenece al disco ‘The Dark Side of The Moon’. Fue Alan Parsons quien llevó al estudio a la cantante, a quien había escuchado en alguna grabación. Sin una letra ni una idea muy clara de lo que querían, pidieron a Torry que improvisara sobre la música, hicieron varias tomas y el resto, es historia. Convertida en un instrumento más de la canción, Clare Torry consiguió, tras poner una demanda, figurar como coautora y recibir ganancias por la canción.
Welcome to the Machine (Pink Floyd). Canción del álbum ‘Wish You Were Here’. Destaca la presencia de sintetizadores y guitarras, así como la introducción de diferentes efectos de sonido. La canción refleja el desencanto del grupo con la industria musical, a la que ven como una máquina de generar dinero y que no tiene en cuenta la parte artística. Por extensión, ofrece una visión negativa hacia la sociedad industrial.
Déjà Vu. Canción de su último disco en solitario, ‘Is This The Life We Really Want?’, su primer álbum de rock en 25 años. Un medio tiempo quizá alejado del estilo Pink Floyd, pero que resulta melancólico y emocionante.
The Last Refugee. Otro de los temas de su último disco en solitario. Durante la interpretación se proyectan imágenes de una bailaora de flamenco, que se convierte en refugiada.
Picture That. Otra canción de su último disco en solitario. Parte de una jam session con Nigel Godrich. De contenido social y politico, habla sobre la elección de líderes sin cerebro como Donald Trump.
Wish You Were Here (Pink Floyd). Preciosa canción que apareció en el disco del mismo nombre, retrata el sentimiento de nostalgia tras la pérdida. Dedicada a su amigo Syd Barrett, al igual que Shine On You Crazy Diamond, que por cierto no interpreta en esta gira.
The Happiest Days of Our Lives (Pink Floyd). Incluida en su disco conceptual The Wall, se trata de una apertura para la canción Another Brick in the Wall.
Another Brick in the Wall Partes 2 y 3 (Pink Floyd). La conocidísima canción es una denuncia contra las duras reglas que existían en la escuela en la infancia de los miembros del grupo, en plena posguerra. “We don't need no education”, afirma la famosa frase que significaría algo así como “No necesitamos una no-educación”.
Parte 2:
Dogs. (Pink Floyd). Canción de Animals. Aquí los “perros”, a diferencia de la obra de Orwell, son los empresarios y hombres de negocios, despiadados, obsesionados con el dinero y destructores de sí mismos y de lo que les rodea. Una extensa (17 minutos) y maravillosa canción.
Pigs -Three Different Ones- (Pink Floyd). Otra de las crudas canciones de Animals, un disco creado a mediados de los 70, un tiempo especialmente turbulento, aquejado por una grave crisis industrial, desempleo, huelgas obreras y agitación social, con un gobierno laborista cuya inoperancia acabaría llevando al poder a Margaret Thatcher. Los cerdos de la canción representan a la clase dominante en el sistema capitalista, los políticos y los ideólogos que dan una cara amable pero en realidad son hipócritas y cobardes, manipulan para mantener su poder, dinero y riquezas.
Money (Pink Floyd). Perteneciente al álbum ‘The Dark Side of the Moon’. Una de sus canciones más conocidas, habla sobre el dinero y sus propiedades para corromper los ideales de las personas. La irónica letra refleja la visión e ideología de Waters en cuanto al dinero y la acumulación de riqueza.
Us and Them (Pink Floyd). Del álbum ‘The Dark Side of the Moon’, da nombre a la gira. Fue escrita por Rick Richard Wright y Roger Waters y cantada en el disco por David Gilmour y Richard Wright. Al parecer fue originalmente escrita para la banda sonora de la película Zabriskie Point, pero el director Michelangelo Antonioni la rechazó. En la canción tienen un papel destacado el teclado Hammond y el saxo.
Smell the Roses. Canción de su último disco en solitario recuerda a los temas clásicos de Pink Floyd, con un teclado que evoca al de Rick Richard Wright y unas guitarras al estilo de Gilmour.
Brain Damage (Pink Floyd). Fue lanzada en el disco ‘The Dark Side of the Moon’ y compuesta por Roger Waters durante la gira del álbum ‘Meddle’, momento en el que escribió también Money. Según se cuenta, el título se refiere a Syd Barrett y su deterioro mental relacionado con el excesivo consumo de drogas. La canción fue finalmente cantada por Waters y Gilmour hizo los coros. Como curiosidad, las risas que se oyen al final de la canción son de Peter Watts, road manager fallecido en 1976 y padre de la actriz Naomi Watts.
Eclipse (Pink Floyd) Brain Damage y Eclipse se funden en el directo al igual que lo hacen en el disco original. ‘Eclipse’ cierra ‘The Dark Side of the Moon’ y es famoso por su frase “There’s no dark side of the moon, really. Matter of fact is all dark”.
Bises:
Mother (Pink Floyd). Canción incluida en el disco ‘The Wall’. Desde el punto de vista de la melodía se trata de una especie de canción de cuna, suave y tranquila. Sin embargo, la letra se refiere de forma amarga a una madre sobreprotectora que ha contribuido a levantar un alto muro alrededor de su hijo. Cantada en forma de diálogo entre Waters y Gilmour.
Comfortably Numb (Pink Floyd). Perteneciente a la “opera rock” ‘The Wall’, contiene uno de los solos de guitarra de David Gilmour más apreciado. La canción habla sobre el estado de adormecimiento al que llevan los calmantes para mitigar el dolor, no sólo físico, sino también emocional, debido a carencias afectivas. Habla sobre la dificultad para manifestar emociones a medida que nos hacemos mayores, la pérdida de la inocencia y el muro que las personas vamos construyendo a nuestro alrededor a medida que pasan los años.












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