El corazón es un cazador solitario de Carson McCullers. El perfume de las flores marchitas

7:46 a. m. Conx Moya 0 Comments



A nuestro gabinete de lectura de La Central ha llegado un maravilloso libro de Carson McCullers, “El corazón es un cazador solitario”. Para hablarnos sobre él contamos con la presencia de Karina Sainz Borgo, escritora y periodista cultural de Voz Pópuli, quien nos ofrece una magnífica exposición sobre el libro y la autora. Todas las integrantes del gabinete coincidimos en la brillantez de las explicaciones de Karina.
Karina Sainz Borgo nos sitúa en la vida de la autora y en el contexto histórico en el que se escribió la novela. “En la literatura americana del siglo XX hay un antes y un después de Carson McCullers”, afirma. Se trata de una autora sureña excepcional, en un territorio con una enorme tradición literaria. “El corazón es un cazador solitario” fue su primera novela, tan sólo tenía 20 años cuando empezó a escribirla. Aun así, resulta “de una apabullante calidad”. La autora supo mantener el tipo, e incluso mejorar su escritura, en cada libro que publicó. En este libro cuestiona el matrimonio, el ejército, la ideología, la religión. A pesar de su juventud, supo captar todos los matices y los plasmó con gran acierto. La publicó con 23 años, en un momento vital bastante complejo; se había trasladado de Georgia a Nueva York, inmersa en una relación sentimental con el hombre al que dedica la novela, Reeves McCullers, de quien tomó el apellido y con quien se casó en dos ocasiones.
La novela transcurre en el sur de Estados Unidos en 1930, en plena depresión, en un momento en que el sur experimenta el paso de la economía agrícola a la industrial. Es además una época turbulenta y compleja, de tensión racial, luchas sociales, etapa de entreguerras y de llegada al poder del fascismo en varios países de Europa. Todo ese ambiente hierve en la novela, cargada de la “electricidad de lo que va a ser de Estados Unidos en décadas posteriores”.
Nacida en una familia de clase media, el padre de Carson era joyero y su abuelo fue dueño de una plantación. La autora siempre tuvo una especial atracción por los seres periféricos, los situados al margen de la “normalidad”, los homosexuales, los locos, los marginados, los inadaptados, los enfermos. En sus obras “dignificó lo individual, en especial a los perdedores”, aprecia Karina. “Yo tengo más que decir que Hemingway, y Dios sabe que lo he dicho mejor que Faulkner”, llegó a decir. Autora de cinco grandes novelas, todas de enorme calidad, fue siempre una mujer muy segura con respecto a lo que escribía, alcanzando gran éxito y reconocimiento desde el inicio de su carrera. “No me gustaría vivir si no pudiera escribir. La escritura no es solo mi modo de ganarme la vida; es como me gano mi alma”, dijo.
El escritor Rodrigo Fresán, gran admirador de la autora a la que define como “un personaje del primer Tim Burton, ingenuo y a la vez oscuro”, opina que “El corazón es un cazador solitario” es una novela sobre el amor. La propia autora la definió como la historia de cinco personas aisladas y solitarias, que tienen el deseo de integrarse en algo espiritualmente más grande que ellos. En un principio la novela se iba a titular “El mudo”, pero el editor le aconsejó el título que adoptó finalmente, sacado de un poema. No pudo ser más acertado.
El protagonismo se reparte entre cinco personajes principales, con varios secundarios que gravitan alrededor de estos, aunque en el gabinete coincidimos que tal vez la tratada con más cariño y cercanía es Mick, quien produce mucha ternura en el lector, ya que está tratada por la autora con verdadera compasión. Lo que prima en todos ellos es el deseo de comunicarse. La narración se centra en los conflictos de cuatro conocidos de Singer: Mick Kelly, una niña con aspiraciones artísticas, que ama la música, ambiciona aprender a tocar el piano y lucha con todas sus fuerzas contra un entorno inflexible; resulta conmovedor el afán de Mick por aprender, su deseo de trascender a través del arte, de escapar de su triste realidad. Su tragedia no procede de sí misma sino de una sociedad que le roba su libertad y sus energías. Mick terminará atrapada en la trampa del trabajo asalariado, para ayudar a la familia tiene que renunciar a todos sus sueños. Es un personaje que en algunos aspectos remite a la propia autora. Jake Blount, un obrero alcohólico, errante, marxista y en constante conflicto. El doctor Benedict Copeland, el único que tiene estudios universitarios, es un médico negro que lucha por los derechos y la igualdad racial, en un contexto de falta de justicia y amarga desigualdad. Es un hombre culto pero infeliz, el ambiente se lo come. Se encuentra totalmente insatisfecho con sus hijos. El doctor apuesta toda su vida por ser paciente y enarbolar la paz pero al final de sus días siente que se ha equivocado, que hay que combatir la astucia con la astucia, la fuerza con la fuerza. La solución vendrá reuniendo multitudes e instándolas a manifestarse; esta propuesta del doctor Copeland de organizar una marcha y pasar a la acción directa se adelanta varios años a Luther King y Malcom X. Biff Brannon, el observador dueño del café New York, es el que menos habla y ve de manera más objetiva a Singer, precisamente porque él está acostumbrado a escuchar y a observar en su local, de alguna forma es áspero y se muestra incapaz de sentir empatía. Entre los personajes hay que destacar que las mujeres tienen gran empuje y fuerza. Es el caso de Mick y de Portia, la hija del doctor Copeland, joven muy trabajadora, siempre preocupada por su familia y mediadora entre su padre y sus hermanos.
Singer, el hombre sordo y mudo, es el personaje al que acuden los otros cuatro. La autora usa el recurso de las cartas que escribe a su añorado Antonapoulos, para que el mudo “hable” sobre los otros cuatro personajes; él no les entiende la mayoría de las veces, sólo ve gente deseosa de hablar y desahogarse. Ellos por su parte consideran a Singer un ser “superior”; a causa de su sordera y su mudez, resulta cautivador para depositar en él los sentimientos más personales e íntimos. “El corazón es un cazador solitario” es una novela sobre la idealización. Por un lado los cuatro personajes inventan un compañero que les entiende y que se interesa de verdad por todo lo que le cuentan. Los personajes atribuyen al mudo toda una serie de cualidades que ellos querrían que tuviese. Le habían convertido en una especie de dios casero. A su vez Singer idealiza al griego Antonapoulos, que en realidad sufre de desorden mental y no es capaz de apreciar el amor y los esfuerzos que el otro le dedica.
Como refugio para la soledad y la incomunicación, los personajes habitan su mundo interior, aquellos lugares donde se refugian. Mick lo hace en su caja de tesoros y en sus cuadernos de melodías, necesita del “aislamiento intelectual” del que habló la propia autora en algún escrito. El dueño del bar se refugia en su colección de periódicos y en su puesto de observador detrás de la barra. Singer, el mudo, se cobija en sus recuerdos del griego y las cartas que le escribe pero nunca echa al correo. Blount, el revolucionario, en el alcohol. El refugio del doctor son la ciencia y la razón.
El narrador es omnisciente, muy pegado a los personajes. McCullers describe con imágenes muy precisas, es dueña de una prosa “magra y muy limpia” y de una enorme capacidad para crear imágenes. Es el caso de la descripción del camino que recorren Mick y su amigo Harry durante la excursión que hacen hasta la laguna o el preciosista retrato del griego Antonapoulos en una de visitas que le hace Singer, llevaba una bata escarlata, pijama de seda verde y un anillo de turquesa. Su cutis tenía un color amarillo pálido, y en sus oscuros ojos una expresión soñadora. El negro cabello ligeramente ribeteado de plata en las sienes. Estaba haciendo punto. Sus gordezuelos dedos trabajaban con las largas agujas de marfil muy lentamente. Maravilloso. Curiosamente, la autora adoraba a Proust, a pesar de ser sus estilos tan diferentes.
Uno de sus grandes logros es narrar con gran economía de palabras sucesos tremendos. Un ejemplo son los últimos instantes de Singer, es magistral cómo llega a contar tanto con tan poco. Hay momentos en que crea imágenes cercanas a lo cinematográfico. Es el caso del disparo a la pequeña aspirante a niña prodigio, Baby, como apreció una de las compañeras de gabinete.
La música, fundamental para la autora, tiene gran importancia en el libro, como nos explica Karina, añadiendo que la novela se estructura como “una fuga en cuatro movimientos”, con cuatro tramas entrecruzadas, “mediante la estructura de fuga se entretejen las tramas en una estructura musical”. Las estaciones y las horas del día tienen mucha importancia en la novela. A su vez, la naturaleza marca los tiempos. La enfermedad tuvo una importante presencia en la vida de Carson McCullers, y también tiene su presencia en el libro. Ser enfermo supone al mismo tiempo ser periférico. Blound, el agitador marxista se encuentra en la periferia debido a su alcoholismo; el doctor Copeland está en la periferia por ser negro. Mick es periférica como mujer, pobre y diferente.
Karina, vestida de sport, chaqueta y vaquero, luce zapatos de charol con vertiginoso tacón y plataforma, media melena planchada con precisas mechas rubias. Lleva una pequeña alianza de brillantes, con un gran anillo dorado por encima. Completa sus cuidadas manos con una perfecta manicura de uñas cortas pintadas de rojo. Mujer con nervio, habla con cierto atropello, que no le impide pronunciar perfectamente todas y cada una de las palabras y modular con musicalidad las frases. Estoy sentada a su lado durante la sesión y tengo una perfecta perspectiva de su cuaderno, lleno de breves anotaciones. En un círculo con flechas y subrayados rosas, Karina relaciona a los protagonistas y los personajes secundarios, y yo me quedo con ganas de hacer una foto al esquema. Completa la magnífica sesión con anécdotas relacionadas con la vida de la autora. Nos recuerda que Carson McCullers formó parte del grupo de “bohemios” de la 'February House', un experimento de vida comunitaria en el que la autora participó junto a escritores entonces jóvenes pero ya bastante reconocidos como W. H. Auden o Jane y Paul Bowles, además del compositor Benjamin Britten. Se reunieron en el número 7 de Middagh Street en Brooklyn durante 1940 y 1941. Para Carson fue una etapa de gran intensidad creativa y supuso el germen de dos de sus novelas “Frankie y la boda” y “La balada del café triste”. También hubo espacio para recordar el memorable encuentro con Isak Dinesen, Marilyn Monroe y Arthur Miller en su casa, o las adaptaciones al cine de varias novelas de la autora como la propia “El corazón es un cazador solitario” o “Reflejos en un ojo dorado”, dirigida por John Huston y protagonizada por Elizabeth Taylor y Marlon Brando, que a finales de los 80 supuso para mí la puerta de acceso a la literatura de McCullers.
Un vibrante gabinete de lectura, dedicado a un libro poderoso y oscuro, que no deja respiro al lector, que le golpea y escarba en lo más hondo. Un libro intenso, como el perfume de las flores marchitas.

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