“Animales nocturnos”, de Tom Ford. La venganza de los débiles

11:01 a. m. Conx Moya 0 Comments



La venganza es un plato que se sirve frío, en especial después de varios whiskys con hielo que jamás sabrán tan amargos. No hay que subestimar la venganza de los débiles. No olvidar jamás las ofensas recibidas. Las oportunidades desaprovechadas no vuelven a presentarse.
La debilidad. La venganza. Pensar que el camino que se ha escogido en la vida no es el correcto. No dejar escapar los sueños ni al verdadero amor. “Cuando quieres a alguien tienes que cuidarlo”. La encrucijada entre la creatividad y la riqueza material. “Todos los escritores escriben sobre sí mismos, para atrapar momentos que no volverán”, afirma Edward
El aclamado modisto Tom Ford (ex Gucci) ofreció una curiosa vuelta de tuerca artística al llevar al cine la novela “Un hombre soltero” de Christopher Isherwood. El resultado fue satisfactorio y siete años después vuelve a adaptar un libro a la gran pantalla, en este caso la novela policiaca metaliteraria “Tres noches” de Austin Wright, editada en España por Destino y posteriormente por Salamandra.
Con los mencionados mimbres: debilidad, venganza, ocasiones desaprovechadas, errores, creación, arte y literatura, Tom Ford consigue una espléndida película de impecable factura. Viniendo de un modisto de su talla era de imaginar que la película tendría una resolución estética impecable y sería visualmente muy potente. Así es. Pero no sólo. “Animales nocturnos” consigue mantener pegado al espectador durante toda la proyección, desde los impactantes títulos de crédito, y ensambla con maestría los tres hilos narrativos del film, con la ayuda del gran trabajo de la montadora Joan Sobel.
Susan es una galerista que pasa por horas bajas. Su vida, a pesar del dinero y el éxito de los que disfruta, no le satisface. “¿Alguna vez has sentido que tu visa se convirtió en algo que jamás esperabas?”. Su día a día, lujoso, perfecto y vacío, se ve sacudido por la llegada de un paquete. Contiene el manuscrito de una novela que ha escrito Edward, su ex marido, con el que no tiene relación desde muchos años atrás. La lectura del manuscrito, “violento y triste” y dedicado a ella, nos sumerge en el otro hilo narrativo de la historia, el viaje a Texas en coche de una familia por una de esas despobladas e interminables carreteras del país y por la noche. El encuentro con unos tipos despreciables tendrá consecuencias dramáticas para la familia. Susan eligió la seguridad material frente a la inestabilidad del arte y la creación. Quince años después de aquella decisión, el manuscrito de Edward viene a resarcirle del dolor que le causó ella. “Le hice algo horrible”, afirma Susan; “Nadie se salva de lo que ella hizo”, sentencia Edward.
Tom Ford entrecruza con talento y eficacia las dos historias y los tres tiempos narrativos. Asistiremos al momento en que Susan y Edward, amigos de infancia, se encuentran en Nueva York y se enamoran. Interesante la forma de diferenciar pasado y presente de la pareja. La Susan del pasado, con el pelo sin planchar, sin apenas maquillaje, con ropa cómoda y gesto animado frente a la Susan del presente, con la melena pelirroja impecablemente planchada, manicura negra y fina alianza de brillantes, sensual vestuario, exquisito maquillaje y mirada triste. La fotografía ayuda a su vez a diferenciar los dos hilos narrativos. Las tonalidades metálicas y los colores fríos de la historia de Susan frente al calor y el exceso de luz de la historia que narra el libro de Edward. El lujo, la seda, las piedras preciosas, los restaurantes caros frente a las rocas, el polvo, la tierra, la comida grasienta, los moteles y el humo interminable del tabaco. 
La película tiene una factura técnica y artística impecable. Fotografía, música, escenografía, vestuario (absolutamente maravillosa la ropa de la diseñadora de vestuario Arianne Phillips), y unas magníficas interpretaciones. Un recital en especial de los tres actores principales. Amy Adams está espléndida como Susan, triste, melancólica, aburrida, anhelante, impoluta, elegante, perfecta, indiscutiblemente bella y vacía. Jake Gyllenhaal es Edward y a la vez presta su imagen a Tony, el protagonista de la novela que Susan va leyendo, un hombre destrozado por el dolor de la pérdida y las acusaciones de debilidad de carácter que le persiguen. El tercero en discordia es Michael Shannon, quien logra una impactante interpretación en un inquietante sheriff aquejado de tabaquismo, del que no fui capaz de fiarme en toda la proyección.
Quiero destacar la banda sonora, compuesta por Abel Korzeniowski, que también compuso la música de la anterior película de Tom Ford. La música de Korzeniowski, en la que predomina la cuerda, conmueve, estremece y crea el perfecto ambiente de intriga, lamento y encrucijada que envuelve la película. “Perfilado con preciosistas matices de deje clásico, su score es de los que dejan poso tanto por su hiperestésica sección de cuerda, como por un teclado abordado con una sensibilidad exquisita. Abel teje un sinfín de capas de tela sonora que seducen, a la par que confunden y perturban al oyente. Un brillante ejemplo de cómo trasladar fielmente al plano sonoro la ensortijada esencia de un guion puramente noir” (Pablo Porcar, Binaural).
Se agradece en definitiva este cine arriesgado, de impecable factura técnica, con guión complejo, que hace pensar y plantearse dilemas, con actuaciones magníficas. Un aplauso a Tom Ford como cineasta. Impecable. De momento Animales Nocturnos ha ganado el Premio del Jurado en el pasado Festival de Venecia y parece que será una de las más firmes candidatas a los Oscar.



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